Putaendo Uno

¡Una sola verdad! Noticias que importan

kenaPor Alejandra Rodríguez (*)

Alejandra-181x200La manipulación es una herramienta que sabemos ocupar muy bien las mujeres y los niños. Desde que somos muy pequeños sabemos cómo controlar al otro con tal de conseguir lo que queremos. Las abuelas siempre decían cuando lloraba el bebé por la mamadera: “ya te tomo la hora ese niñito”, en forma burlesca ante nuestra desesperación por atender al bebe que llora por su mamila.

Cuando vamos creciendo, la mayoría de los hombres pierde este “don”, pero nosotras lo mantenemos y perfeccionamos con los años. Digo “Don”, pues yo lo veo así; conseguir lo que uno quiere no es fácil y menos en estos tiempos.

Por ejemplo, cuando una no quiere pegar un clavo en su casa y no tenemos un macho a la mano, existen tres opciones: las feministas lo harán ellas; la pudiente le pagará a alguien para que lo haga; pero una señorita que no tiene dinero para derrochar (más que en su vestuario) saldrá en busca de su vecino, y con una voz muy coqueta le contará su problema, y le dirá que está convencida que si lo hace ella le quedará mal hecho, que es una bruta para las manualidades, etc. Y ellos redonditos caerán y le harán el favor de pegar cuanto clavo quiera, o pintar la pared, o arreglar el lavaplatos: En fin, cualquier cosa podemos conseguir si lo sabemos pedir.

Está también la otra manera de hacer sentir culpable al otro. Por ejemplo, tener que ir a pagar una cuenta y no querer hacerlo, le pedimos a nuestra pareja y le explicamos que estamos en aquellos días y no nos queremos mover de la casa, que nos duele aquí o allá. Y ellos parten raudos a pagar, y si nos falta plata para esa cuenta le decimos que después se la devolveremos, que nos quedamos sin sencillo, y como no podemos salir…, ellos corren en nuestro auxilio.

También podemos poner sobre la mesa lo que a ellos más les gusta. O sea, “¿te vas a jugar a la pelota?, y yo que justo tenía ganas de darme una duchita acompañada y terminar en la camita durmiendo cucharita”…simplemente no lo resisten. Yo, por ejemplo, esa herramienta es la que más me gusta y con la que he conseguido las mejores cosas en mi vida ¡¡Hasta un auto!!.

La otra manera es la completa indiferencia. Esa es cuando no nos han hecho caso y queremos que nos pidan perdón, ahí no hablamos, no miramos, es más, no existen. Ellos morirán ante nuestro rechazo y nos terminarán pidiendo perdón sin saber por qué lo hacen.

Existe un sinfín de maneras de manipular al otro, para bien o para mal. Lo importante es saber usarla para nuestra conveniencia ¿verdad? ¡Las invito a probar y se darán cuenta de cuán poderosa es!

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(*) Alejandra Rodríguez es una mujer joven, putaendina, madre de tres hijos hermosos, vendedora de soluciones telefónicas, le acaban de regalar un auto y va desenfadada y feliz por la vida. En suma, madre, hija, esposa, apoderada, trabajadora, amiga y a veces bruja. Ella es…una mujer como tú.

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