Su rutina diaria: Lo afeitan, un amigo le corta el pelo, lo visten, le ponen zapatillas, tiene un sillón especial frente a su cama y allí lo sientan.-
Hace casi tres años el mundo se estremecía con la noticia de que Gustavo Cerati había sufrido una descompensación después de ofrecer un show en el campo de fútbol de la Universidad Simón Bolívar, en Caracas, Venezuela. Se trataba de un Accidente Cerebro Vasculat, ACV, que lo dejaría postrado en la cama de un hospital.
El 15 de mayo se cumplen tres años de aquella noche en la que el músico expresó su alegría por la ciudad en la que había cerrado su tour Fuerza Natural. “Parece que no nos equivocamos de lugar”, dijo en agradecimiento al último público que lo vería cantar.
Su madre, Lilian Clark, sus dos hermanas, Estela y Laura, y su tía Dora no pierden la esperanza de que un día Gustavo despierte. Son ellas las que cuidan al ex Soda Stereo, le hablan, lo animan, lo acompañan en la habitación de la clínica Alcla.
El diario Perfil informa cómo son los días de Cerati. El músico mantiene una rutina que comienza todos los días cuando a las 9 de la mañana las enfermeras entran a su habitación para levantarlo y sentarlo en un sillón especial que tiene frente a su cama, donde recibe todo tipo de estimulaciones que hacen mover algunos músculos de su cuerpo. Allí, lo visten. Le ponen zapatillas, un pantalón y una polera.
Por la tarde, repiten la operación de sentarlo y lo dejan ahí hasta las ocho de la noche. De tanto en tanto, lo afeitan y hasta su peluquero y amigo personal, Oscar Fernández, fue a cortarle el pelo más de una vez.
A la habitación de Cerati sólo pueden ingresar su madre y sus hermanas a través de un detector de huella dactilar ubicado en la puerta de la habitación.
El personal de la clínica es muy respetuoso de la privacidad de Cerati y saben que no pueden dar información extra a la oficial, principalmente una foto del músico en este estado.
“Los médicos son los que ven el monitor, pero nosotros somos los que estamos y lo vemos todo el tiempo“, comentó al portal citado su tía Dora. “Vamos Gustavo, te tenés que despertar, nosotros sabemos que acá te están tratando bien, pero afuera hay mucha gente que te quiere”, le dicen.
Hay estímulos a los que Cerati no responde, pero hay otros a los que sí. Cuando su madre llega, él mueve su cabeza hacia su lado al ingresar al cuarto. O cuando alguien le pide que trague saliva, él lo hace, o cuando escucha la voz de un amigo o un músico que simplemente se acerca a tocarle una canción.
No se apaga, ni en sus fans ni en su familia, la esperanza de que un día Cerati se despierte.
(Los Andes, Ar/P1)