Putaendo Uno

¡Una sola verdad! Noticias que importan

pies camaPor Alejandra Rodríguez (*)

Alejandra-181x200Es muy curioso esto de las relaciones en pareja. Cuando uno pololea les encontramos todo maravilloso a nuestros hombres, que no se afeite, que se deje el pelo largo, que se deje barba, su modo de vestir, etc. Pero una vez viviendo juntos, la cosa cambia.

Ellos se transforman y nosotras también. Ya no somos las princesas que tratan de conquistar, no; ahora somos como sus madres, recordándoles donde dejar la ropa sucia, los zapatos, preparando comidas y él se transforma en uno mas de nuestros hijos,…“el peor”… porque además nos controla. Sí, nos controlan la vida, que dónde fuimos, cuánto tardaré, que mi amiga es una ramera, que no podemos tener amigos, que la amistad entre hombre y mujer no existe, etc.

Es por esto y otras miles de razones que peleamos, y peleamos a tal punto que hasta nos separamos un par de días. ¿Y que pasa luego de eso? …Pues los extrañamos…

¡Cómo es posible! Extrañamos a ese ser que no es capaz de bajar la tapa del baño cada mañana. ¿O será que nos hace falta la persona que nos diga -¿Qué hiciste con la plata que te dejé, a ver?- O ese que nos encara diciendo lo gorda que estamos. Increíble pero cierto, los extrañamos…

¿Y qué hacemos? los buscamos. Pero no los buscamos así directamente, no. Tenemos nuestras técnicas.

Revisemos algunas: yo por ejemplo, después de que ya ha pasado un par de días de mi enojo y que ya lo he castigado lo suficiente con lo que más le gusta (y obvio que a mí también), cuando mi reloj biológico me lo dicta, le pongo fin a su sufrimiento (que en el fondo también es el mío).

Pero no se la hago fácil, no. Primero me demoro en ir a la cama, y cuando llego por fin, muy perfumada, me pongo crema lentamente, y ya la mitad del trabajo está hecho ¿verdad?

Ahora, lo anterior es cuando yo creo que tengo la razón para haberme enojado. La técnica cambia cuando el ofendido es él, y no me habla. Ahí la cosa debe ser más drástica, así que acudo al recurso infalible de ponerme una camisa suya, ¡sí claro!, no hay nada mas milagroso que vestir una prenda masculina (obvio que sea de él) combinada sólo con ropa interior bien sensual. ¡Ahí ya está babeando! Y luego acostarse dándole la espalda dejando entrever nuestra retaguardia, ¡jajajaja! Pobres…simplemente no lo resisten.

En fin, como podrán darse cuenta, lo mejor de una pelea es la reconciliación, que, para que estamos con cosas, siempre terminan en la cama. Una vez una amiga me dijo que ella jamás peleaba con su pareja y que solucionaban sus problemas tomados de la mano en la cama. Y yo curiosa le pregunte ¿Y? Me respondió “y nada, nos dormimos tranquilos”.

¿Quéééééé? Perdónenme, pero yo prefiero pasar las penas del infierno en una pelea, por que al final la reconciliación será de iguales dimensiones. Las mías (ssshhht!, sin contarle a nadie) por lo general terminan en el sillón o en otro lugar de la casa.

Y por un par de días en la casa sólo reinara la paz y el amor. Bueno, hasta que llegue fin de mes y él descubra el estado de cuenta de la tarjeta…

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(*) Alejandra Rodríguez es una mujer joven, putaendina, madre de tres hijos hermosos, vendedora de soluciones telefónicas, le acaban de regalar un auto y va desenfadada y feliz por la vida.

En suma, madre, hija, esposa, apoderada, trabajadora, amiga y a veces bruja. Ella es…una mujer como tú.

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