Por Alejandra Rodríguez (*)

Un día normal para las mujeres casadas o con niños empieza y termina con los hijos, pasando por un sin fin de tareas que ya las mujeres asumimos solamente, sin detenernos a analizarlas. O sea, para nosotras es normal hacer tres cosas a la vez, mientras todos los machos de la casa hacen una y con suerte.

Y toda esta reflexión me hace pensar, ¿Por qué nos quejamos de los hombres, de todo lo que nos hacen sufrir, si finalmente somos nosotras las que los criamos? ¿En qué fallamos? ¿En qué minuto estos hijos maravillosos se transforman en unos idiotas dictadores, obsesionados del orden…?

Creo que esos hombres de hoy, de los cuales solo puedo decir que conozco un par dedicados a sus mujeres, los que jamás se enojan por ver el estado de cuenta de alguna casa comercial. O ese que sirve el desayuno, el que plancha, lava, ve a los niños, etc. Esos especímenes, fueron criados por mujeres. Sí, como tú y yo.

¿Y qué hicieron esas mujeres que nosotras no? ¿Acaso los mandaban a ayudar en la cocina?, ¿A servirles a sus hermanas y a ellas? ¿Serían criados como los hombres de la casa?

Otra cosa que me llama la atención son algunas mujeres -la mayoría diría yo- que hablan en otro idioma. Por ejemplo, el otro día una amiga me pidió que revisara una conversación que tuvo por chat con su “pololo”. Resulta que éste le había hecho un pedido especial en la intimidad, a lo cual ella se rehusó. Al leer la conversación, me di cuenta que mi amiga en ningún momento le dice que no, que no insista, o que no quiere, sino mas bien los mensajes decían: ¿Pero a ti… te gustaría?, o ¿Que pensarías si yo te pido esta otra cosa?

Entonces le dije: “amiga, acá tú no estás diciéndole que no quieres”, y ella me dice “¿Cómo que no?” Le leo textual y me dice “¿Pero tú entiendes o no?” “Claro –le respondo-, porque soy mujer, pero no le puedes pedir al troglodita de tu pinche que lo entienda”.

Y es así. Las mujeres creen que nuestros mensajes subliminales son captados tanto por hombres como mujeres, como cuando decimos que no nos pasa nada, cuando en realidad estamos furia. ¡Pues no amigas! A estos personajes debemos decirles claramente lo que queremos, con detalles y hasta dibujos.

Para mí está bien claro que “ellos” hablan otro idioma y que entienden distinto. O sea, una mujer que organiza las vacaciones, empaca todo, y cuando llegan a destino los hijos o el marido, se percatan que se les olvido echar algo…¡es culpa nuestra! que ¿Cómo se nos fue a olvidar?, etc. Y después que están en la playa y ella exclama ¡uf, por fin descansar!, su marido imbécil le dice ¿Y de qué estas cansada?

Entonces, finalmente, ¿Quién está bien? ¿Los hombres que no entienden nada y se creen dueños de la razón, o nosotras criando niños que finalmente se transforman en seres que harán sufrir a alguna compañera de género?…como si de alguna manera nos vengáramos de nuestras parejas traspasando el malestar de generación en generación.

_____________________________________________________________________________________________________

(*) Alejandra Rodríguez es una mujer joven, putaendina, madre de tres hijos hermosos, vendedora de soluciones telefónicas, le acaban de regalar un auto y va desenfadada y feliz por la vida.

En suma, madre, hija, esposa, apoderada, trabajadora, amiga y a veces bruja. Ella es…una mujer como tú.