Por Goran Ahumada Theodoluz (*)
El lugar de estas reflexiones es Olten, Suiza. Y esto no es casual, sino que en esta localidad es dónde se presenta la obra de teatro “Fabrikk”, del elenco Karl’s Kuehne Gassen Haus, que presenta una obra cada dos años, y solamente en Suiza. De hecho cuando me contaron estas características pensé que era prácticamente una exageración no producir más de una obra cada dos años. Hoy, habiéndola presenciado, pues uno no la ve, la experimenta, entiendo los tiempos, no sólo por el despliegue tecnológico, sino que, y tal vez más importante, por la profundidad de su mensaje.
Me correspondió la fortuna de presenciar la obra sobre una empresa Pyme, en la Suiza de hoy, dedicada a la elaboración y comercialización de chocolates de primer nivel. Durante el desarrollo observamos que como en el inicio de los negocios, y también en las microempresas, las relaciones inter personales son importantes, y porque no decirlo, poco ortodoxas. Esto es producto, no tan sólo por la siempre presente relación familiar, tan característica de nuestros emprendimientos de menor escala, sino que también vemos como entre historias propias de un equipo de trabajadores, la obra nos va mostrando una realidad centrada en las personas, dónde el ser humano es el máximo valor, con todos nuestros defectos y virtudes. Es así como se ilustran los diferentes caracteres, a veces con un cumplimiento mucho más allá de lo requerido, y otras guiándose por la ley del mínimo esfuerzo y más preocupados de su vida personal, pero siempre humanos.
Pero como en la vida, en esta empresa, también, nada es para siempre. Un buen día el Gerente de la Pyme inicia un proceso de negociaciones con un comprador de China y, tras múltiples reuniones y tests de productos, llega a un acuerdo que considera tremendamente rentable. Dicho acuerdo con el comprador de China implica aumentar drásticamente la producción, doblando horarios y automatizando los procesos. Es más, con el objeto de lograr dicho incremento en la producción se deberá, por sobre todo, privilegiar la cantidad sobre la calidad, perdiéndose el norte de esta Pyme. Esto no es algo que motive a los trabajadores, que sienten una gran satisfacción y orgullo por sus productos de primer nivel.
Por motivos obvios no relataré el final de la historia, pero sí quiero compartir con ustedes la reacción del numeroso público suizo, que llenaba totalmente el teatro, a los actores que representaban al emprendimiento suizo: una ovación de pie por largos minutos, con una emoción y orgullo por sus productos, y por su gente. Dicho orgullo y emoción se reflejaba no tan sólo en la larga ovación de pie, sino que también se podía ver en sus expresiones y al escuchar en sus comentarios.
Y fue ahí, en medio de este mar humano de emociones y desesperanza frente a un mundo que confunde la rentabilidad por si sola con la rentabilidad para el bien de las personas, es que no pude contener una lágrima por mis queridos emprendimientos de menor escala, por esos pequeños negocios, de grandes emprendedores que se encuentran abandonados al mercado en un mundo que olvida que el único valor permanente somos las personas, sin importar la cuna de origen. En un mundo en que, inclusive desde el punto de vista de las grandes empresas, las de menor tamaño son indispensables, pues un mundo con un 80% de desempleo no es un mundo viable. Efectivamente, a mi juicio, si la única característica rescatable de las empresas de menor tamaño es su rol en la generación de empleos, ya estarían plenamente justificadas y debieran constituirse en ¡la primera prioridad, de los gobiernos, las organizaciones civiles, las empresas y las personas!
Es por ello que debemos continuar nuestro trabajo para que todos tengan la oportunidad de salir adelante, y esto pasa tanto por instrumentos como por correctas legislaciones.
Para esto hay diferentes caminos que podemos simplificar en el camino largo y el camino corto.
El camino largo nos lleva necesariamente a la participación política, a la organización partidaria y a las propuestas de leyes específicas para la Pyme, que entre otras cosas, creen las condiciones necesarias para el mejoramiento del sistema y la viabilización de los empleos que hace posible este sector. Sin duda que esto es necesario, y sin duda que como país estamos al debe en este tema. Pero me niego a perder las esperanzas, a riesgo de ser catalogado de iluso, de que aquellos dedicados a dicho quehacer se hagan cargo y cumplan con su deber patriótico de contribuir a un Chile mejor, lo que sin duda pasa por una Pyme más viable.
Pero, como señalé, también hay otro camino: el camino corto. A nosotros, en Desafío Levantemos Chile, nos une y nos apasiona solucionar problemas. Es así como contamos con un equipo transversal, en lo político, en lo religioso, etc., pero sabemos que hay un sentido de urgencia, que Chile, que muchos chilenos, requieren de acción inmediata. Aquí y ahora.
Sabemos también que estos proyectos no resolverán los desafíos de todos los chilenos que tanto lo necesitan, y merecen. Pero uno a uno avanzamos, con Escuelas de Emprendimiento Felipe Cubillos Sigall entregando herramientas, con créditos blandos con Credichile, con Voluntariado y programas Solidarios como ” A Mí Sí Me Importa”, contribuyendo en las áreas más importantes para la calidad de vida de las personas como educación, salud, cultura y deportes, porque entendemos que no se trata de hablar de calidad de vida, sino que es esencial escuchar a la gente, para construir el mundo que todo chileno se merece!
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(*) Goran Ahumada Theoduloz es Director del Área de Emprendimiento de DESAFIO LEVANTEMOS CHILE, colaborador de Putaendo Uno.