Por Cristóbal Mardini Eva (*)
De la industria minera se habla tanto como de candidatos presidenciales o de los directores técnicos del fútbol. De sus utilidades, del mal necesario que representa para el desarrollo, de sus impactos negativos y también de los positivos. Durante los días que duró la historia de “Los 33” se habló mucho de minería, de la seguridad de los piques y de la pequeña minería artesanal. Se asumieron desafíos y establecieron compromisos con el objetivo de mejorar los estándares de seguridad y su fiscalización.
En esos cinematográficos días poco se habló de indicadores y estadísticas en materia de seguridad. Menos aún de capacitación, iniciativas y sus presupuestos involucrados a pesar de que las cifras ubican a la industria minera nacional como el ejemplo a seguir por todos los sectores industriales en cuanto a la gestión de seguridad de sus trabajadores.
Comparando la minería con otras industrias, las cifras en seguridad de esta industria, destacan de forma positiva. La industria minera registró en 2012 un índice de frecuencia de accidentes con tiempo perdido (LTIFR, por sus siglas en inglés) de 2,8% y – hasta junio de 2013 – según datos de la ACHS, ha registrado un 1,63%. Sólo le sigue el sector financiero con un 1,83%, mientras que el sector agrícola supera el 5%. Según la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO) la minería registró un LTIFR de 1,8% durante 2011, mientras que el promedio nacional fue de 5,5%. Asimismo, el Sernageomin informó que la tasa de fatalidad de la industria ha disminuido desde 0,51% en 1986 a 0,05% durante 2011. En 2010, además de “Los 33”, la industria debió lamentar 44 casos de fatalidades. En 2011 fueron 29 y en 2012, 25.
A nivel de las compañías, el escenario también es claro. El Grupo Antofagasta Minerals registró durante 2012 un LTIFR de 1,3%, muy inferior al 2,8% de la industria. Sus operaciones Los Pelambres y El Tesoro lograron un 0,7% cada uno, Esperanza un 1% y Michilla un 3,1% producto de un accidente fatal. El desempeño obtenido por Los Pelambres es el mejor de su historia pero, en lo que va de 2013, debió lamentar un accidente fatal en su faena.
Indicador Cero
Lomas Bayas, perteneciente a Glencore Xstrata, registró durante 2012 un LTIFR de 0,72 y desde su puesta en marcha en 1997 no ha tenido que lamentar ningún accidente fatal en su operación. También existen casos como el Complejo Metalúrgico Altonorte, quienes registraron “cero” en todos sus indicadores de accidentabilidad durante 2012. Lo que indica que no registraron ningún accidente con lesiones incapacitantes, ni incidentes con necesidad de tratamiento médico durante todo el año. Lo anterior, a pesar de realizar una parada general de planta, con una sobre dotación de aproximadamente 600 trabajadores adicionales durante los trabajos de mantención.
Llama la atención poder constatar fácilmente esta información de desempeño, incluidos los casos fatales, en las páginas webs de las diferentes compañías mencionadas y que aun así no sean datos conocidos ampliamente por la opinión pública y que se valoren como tales, considerando la intensidad en la demanda de mano de obra que representa la industria para la economía nacional.
¿Cómo la minería ha logrado estos resultados? Quizás de la misma forma cómo uno busca transmitir ciertas experiencias, valores y enseñanzas a sus hijos una y otra vez – una y otra vez – por más preadolescentes y porfiados que estos sean.
La industria de la gran minería hace lo mismo con sus equipos de trabajo, la capacitación en seguridad es constante y va siempre en aumento. No puedo dar fe de esta situación en la mediana y pequeña minería pero imagino que esta formación depende de varios factores del negocio y no constituye una condición de base, como sí lo es a gran escala.
Entonces, la seguridad no sólo se ve como materia en las salas de clases, sino que se lleva y se vive todos los días en terreno. En este sentido, algunas de las iniciativas que establecen procedimientos de rutina de los trabajadores son el Sistema PASS (Positive Attitude Safety System), la supervisión en terreno y las Observaciones Preventivas de Seguridad (OPS), todas estas reemplazan a sistemas de gestión electrónicos u otros procedimientos menos tangibles y lejanos a los trabajadores, quienes son los más interesados en su propia seguridad.
Sin embargo, a pesar de los excelentes resultados de la industria el desafío siempre es el “Cero Daño” a las personas y continuar con la incansable labor de capacitar a todos quienes se desempeñan en las faenas mineras. En algunos casos la accidentabilidad de las empresas contratistas es mejor que los resultados de la dotación propia y en otros casos sucede a la inversa. No hay una señal clara al respecto.
Muchos tienden a responsabilizar del desempeño en seguridad a la tercerización y su falta de capacitación por los altos índices de rotación que registra. Pero la verdad es que la gestión de seguridad en la minería va de la mano con la formación incansable de sus trabajadores y colaboradores por igual y apuntando a un enfoque de industria a la meta del “Cero Daño”. La cual se ha demostrado que sí es posible. No basta con la entrega de elementos de protección personal de gran tecnología a los trabajadores. Ha quedado demostrado que la capacitación y asistencia en terreno con orientaciones y un liderazgo que marque las buenas prácticas y corrija las conductas riesgosas es incluso más importante.
______________________________________________________________________________________________________
(*) Cristóbal Mardini Eva es consultor en minería, especialista en la elaboración de Reportes de Sustentabilidad.