Por Alejandra Rodríguez (*)
¿Qué recuerdo del 11?…Pues nada, yo aun no nacía. Sí, yo nací cuatro años después de eso, pero sé que mi familia vivió muy de cerca esa fecha fatal.
Mi madre estaba embarazada de 3 meses de mi hermano mayor. Ya tenía dos hijos anteriores, una de cuatro añitos y otro de 10. En fin, ella me contaba que en la época de la Unidad Popular, como no había muchas cosas para comer o donde comprar, ellos utilizaban el trueque, su esposo, se conseguía parafina y la cambiaba por harina o víveres y por ahí se las arreglaban. Él era carabinero, así que contaban con poco dinero mensualmente.
Se construyeron una casita, en una toma que hicieron por aquellos años, y vivían como todo el mundo, con carencias, pero felices, era un matrimonio joven y se querían mucho. Él era un hombre bueno, haciéndose cargo del mayor de los hijos de mi madre, que era de una relación anterior, y comprenderán que en aquellos años, eso era muy mal mirado. Sin embargo, este señor jamás se lo hizo sentir, ni a mi madre y muchos menos al niño.
Por ese tiempo, mi mama vivía con el presentimiento de que su esposo no llegaría a la casa de vuelta, y siempre le decía que se cuidase mucho. El la besaba en la frente y le decía “No te preocupí Cholita, que no me pasará nada”.
Lamentablemente los temores de mi madre se hicieron realidad. Ese 11 de septiembre de 1973, el manejaba una micro de Carabineros, que fue emboscada por un grupo del lado opositor a las FFAA, en el sector de La Legua, recibiendo así un proyectil de bazuca en la cabeza, provocándole la muerte de inmediato. Justo ese día le había pasado el casco a un compañero que no tenía.
Le avisaron a mi mamá y la pobre se echó a llorar desconsolada. Recibió las ropas de él junto con la bandera. Se vio rodeada de mucha gente, pero ella optó por irse, y así fue como llegó a Temuco. No vivió mucho tiempo ahí, sólo el necesario para que naciera mi hermano, que fue prematuro a consecuencia de un pésimo embarazo, y volvió a Santiago.
Con esta historia no quiero aminorar en lo absoluto lo ocurrido tras el Golpe, sino tan sólo hacer notar que existe más de una versión, todas igual de respetables y dolorosas. Nadie debió morir, pero así fue. ¿Y quién paga? Sólo las familias pagaron con la ausencia eterna de sus familiares, en el caso de mi madre, con su esposo.
Yo solo recuerdo protestas, cacerolazos, toques de queda, más que eso nada. Pero siento un gran respeto por ambos bandos de la historia y ojala NUNCA más ocurran estos actos por el bien de todos.
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(*) Alejandra Rodríguez es una mujer joven, putaendina, madre de tres hijos hermosos, por ahora peluquera de niños, y va desenfadada y feliz por la vida. En suma, madre, hija, esposa, apoderada, trabajadora, amiga y a veces bruja. Ella es…una mujer como tú.